Te fuiste…
No sé cuándo ni el preciso momento, sólo sé que después de que te fuiste sentí ese horrible dolor en el pecho, ese que sientes comprimido, que te asfixia, que te duele y fue justo ahí cuando lo supe.
Y es que no sé por qué duele tanto tu partida, tal vez sea porque me duele pensar que ya no veré más esos ojos color café intenso en el que me perdía cada maña al mirarte, quizá sea por el color canela de tu piel o por el olor que desprendía tu cabello a frutos rojos que fue el olor por el cual me volví adicta a ti, o por esa risa sutil, algo extraña y contagiosa… pero siempre hermosa.
Y es que fuiste tú quien rompió mi expectativa del amor, quien me hizo amar hasta el más mínimo detalle de ti. Porque sí, me enamoré. Quiero o quería, ya no sé, creer que seríamos la excepción y que todo esto saldría bien, pero me equivoqué.
Te extrañaré, yo sé que me va a doler ¿cómo no llorar y no extrañar lo más bonito que he tenido en toda mi vida?; pero te olvidaré y es que cuando las personas salen a menudo de mi vida, hago hasta lo imposible para desecharlas, pero quiero pensar que tú serás esa punta doblada en la esquina de mi libro favorito, esa que siempre ha sido mi favorita y volvería a leer sin que nadie me lo pidiera.
Y después de todo cariño, después de ese trago amargo y de ver los días grises aunque realmente son color rosa…
siempre habrá una canción que nos hará bailar, un motivo que nos hará sonreír y alguien que nos hará soñar.