Cuando vas madurando la vida se simplifica, no por el hecho de que has conseguido más cosas con el tiempo, es sencillamente porque has tenido la oportunidad de equivocarte y de conocerte mejor, pero sobre todo porque haz entendido lo que realmente es importante para ti y que cosas no lo eran tanto, también si simplifica porque aprendes a ver la realidad sin querer maquillarle y simplemente le aceptas tal cual,
a las personas nos gusta que nos vean de la misma manera, nos gusta que nos aprecien por lo que somos, por como pensamos, por como actuamos y como sentimos en realidad, sin que nos quieran “mejorar” o cambiar en algo, porque aunque individualmente no estemos al cien por ciento satisfechos con nosotros mismos, queremos cambiar cuando lo creamos necesario por nosotros mismos y no porque alguien nos lo exige para estar a su lado.
He sido de aquellas personas que diseccionaban en partes a las gente que les rodeaba, y me ponía a decir “esto si me gusta, pero esto otro no”, “es que si no fuera así seria perfecto”, o peor aún, “si esta persona pudiera tener el cuerpo de aquel entonces le diría que sí”, no lo niego, fui superficial como cualquier chiquilla que comienza a querer enamorarse, buscaba mi príncipe azul, más en su forma física que en sus modales,
más en su dinero que en sus sentimientos, quería estar con el chico más guapo solo porque sí, no me interesaba pensar si seriamos complemento el uno del otro, si teníamos aficiones comunes, o si buscábamos algo parecido de la vida, esas cosas eran muy complicadas para pensar en esa edad y lo único que me apresuraba era sentir el corazón ardiendo de pasión por el beso de ese chico guapo.
Como muchas termine dándome contra la pared demasiadas ocasiones, tantas que fue necesario cuestionarme en donde me estaba equivocando, tantas que el dolor de las decepciones se había alojado en mi pecho haciéndole doler, tantas que comencé a preocuparme por buscar otros aspectos que de alguna manera me garantizaran que no volvería a sufrir de la misma manera, fue entonces cuando en mi dialogo interno entendí que lo físico en realidad no era tan importante como otras cosas son en el amor.
Me llevo mi tiempo pero al final lo entendí, no se necesita a alguien con los músculos de acero, ni con una cara de Ken, ni con todo el dinero del mundo, es más importante encontrar a alguien que quiera jugársela contigo en todos los sentidos, que apueste su corazón al lado del tuyo y se embarque en la aventura junto a ti,
es más importante alguien que pueda vivir y compartir tu locura, alguien que se enamore de todo lo que eres y no solo de tus mejores días, alguien que te prefiera no por guapa, si no porque le encanta estar junto a ti, alguien que le guste hacer tonterías contigo y que nunca se canse de estar a tu lado, eso es lo impórtate, eso es lo que quiero y estoy consciente de que es mucho más complicado de encontrarle que un hombre guapo y con dinero.