Estabas parada frente a mi puerta tal como una vez dijiste que lo harías, te quedaste ahí sin decir nada, ni siquiera habías tocado, fue un instinto mío el querer asomarme como si algo me guiara hacía ti.
Por un momento me quedé parado, no podía creer lo que mis ojos veían aquella mañana y pensaba que jamás te volvería a ver, que todas esas promesas se las había llevado el viento y que lo que me dijiste una vez jamás llegaría a suceder; de pronto me abrazaste y lo único que pude hacer fue corresponderte, dijiste que me habías extrañado todo este tiempo, fue entonces que lloré de la emoción al no creer lo que estaba escuchando.
Entraste a casa, una vez más estabas ahí conmigo. Recorriste nuestra habitación y comenzaste a hablar sobre cada recuerdo que tenías con todo lo que allí se encontraba.
Escribiste tu nombre en todo lo que pudiste, realmente no comprendía por qué estabas haciendo eso pero pensé que era algo que no importaba, sólo quería estar contigo observándote con mucha atención porque sabía que hacías bien al hacerlo…
el tener tu nombre grabado en todo lo que nos unía me hacía sentir tan tuyo y pensar que siempre estarías a mi lado; pensar simplemente que habías vuelto para quedarte.
¡Desperté!, con los ojos borrosos debido a las lágrimas y aún emocionado, había sido algo tan real y aunque sea en un sueño habías cumplido la promesa que una vez me hiciste.
Me quedé recostado por un largo rato, lo único que podía hacer era pensar en lo que había soñado.
Es claro que aún no logro sacarte de mi corazón ni de mi pensamiento; tengo la esperanza de volverte a ver y escuchar lo que en sueños me dijiste…
“te he extrañado todo este tiempo, mi amor”.